viernes, 4 de marzo de 2022

La invasión de Ucrania y su repercusión en el panorama espacial
Por Daniel Marín



Hace una semana que Rusia invadió Ucrania. Pese a los pocos días que llevamos de conflicto, los efectos de esta agresión absurda y brutal sobre la población civil ucraniana son más que considerables. No cabe duda de que la repercusión que esta guerra pueda tener sobre el panorama espacial es bastante menos importante que la pérdida de vidas humanas, pero eso no quita que sea un tema relevante. La invasión de Ucrania ha provocado una ola de sanciones y contrasanciones que afectarán a todos los proyectos espaciales de la Federación Rusa, especialmente aquellos en los que existe colaboración con otras naciones. No obstante, empecemos por comentar los efectos sobre el propio programa espacial ucraniano, que, paradójicamente, se suele dejar fuera de estos análisis. Efectivamente, Ucrania cuenta con un programa espacial que, aunque es una sombra de lo que fue, todavía está activo. El buque insignia del esfuerzo espacial ucraniano es la empresa Yuzhnoe —oficialmente todavía denominada «oficina de diseño», como en tiempos soviéticos— que trabaja de forma conjunta con la factoría Yuzhmash.


Traslado del cohete Soyuz-2.1b en Baikonur para lanzar satélites OneWeb (TASS).


Los principales proyectos de Yuzhnoe/Yuzhmash son los lanzadores Zenit, Tsiklon-4 y Antares. Las instalaciones de Yuzhnoe/Yuzhmash se encuentran en la ciudad de Dnipro (Dnepropetrovsk) y, a pesar de que, en el momento de escribir estas líneas, el frente está lejos, hay informaciones contradictorias sobre su estado, ya que podría haber sido víctima de un ataque con misiles (las últimas informaciones señalan que están intactas). En cualquier caso, las probabilidades de que el Zenit vuelva a despegar desde Baikonur después de la guerra son prácticamente nulas. Y con las instalaciones de Sea Launch en manos rusas, resulta casi imposible que volvamos a ver este lanzador de nuevo en acción. El Tsiklon-4, un pequeño lanzador hipergólico capaz de colocar unas cinco toneladas en órbita baja, fue desarrollado hace más de diez años para despegar desde el centro brasileño de Alcântara, pero el proyecto quedó en suspenso. Ahora está previsto que debute esta década desde las nuevas instalaciones de Canso, Canadá, suponiendo que Yuzhnoe siga en pie. En cuanto al cohete Antares, Yuzhnoe/Yuzhmash se encarga de la primera etapa de este lanzador de Northrop Grumman, encargado de lanzar las naves de carga Cygnus a la Estación Espacial Internacional (ISS).


Cohete Antares de Northrop Grumman, con una primera etapa construida en Ucrania y que lleva motores rusos RD-181 (Northrop Grumman).


La empresa estadounidense ya ha declarado que solo dispone de un ejemplar de Antares para lanzar la próxima Cygnus, así que el futuro de este cohete depende del estado de las instalaciones de Yuzhnoe/Yuzhmash y de la marcha del conflicto. Evidentemente, incluso si las instalaciones están intactas, es posible que no se puedan fabricar o exportar componentes. Por otro lado, el Antares usa dos motores rusos RD-181, cuya fabricación y exportación puede verse afectada por las sanciones. En este sentido, hay que recordar que hay otro cohete estadounidense que emplea motores rusos, el Atlas V. No obstante, la empresa ULA tiene motores RD-180 de sobra en territorio estadounidense para los lanzamientos que quedan de este lanzador antes de que sea sustituido por el Vulcan (eso sí, puede que las sanciones prohíban o dificulten la asistencia técnica de NPO Energomash a ULA en caso de problemas). Otra pérdida «espacial» ucraniana ha sido el mítico avión Antónov An-225 Mriya, el más grande del mundo, construido en los años 80 para transportar las lanzaderas del programa Burán. Todavía no está claro el grado de destrucción que ha sufrido el único ejemplar que existe, pero resultó severamente dañado durante los primeros días de la invasión cuando las fuerzas rusas intentaron usar como base el aeródromo donde se hallaba, cerca de la localidad de Hostomel’.


El único An-225 parece haber sido seriamente dañado (ISI).


Pero sin duda el principal impacto que podría tener la invasión de Ucrania es en la ISS. Tanto Rusia como Estados Unidos dependen actualmente el uno del otro para mantener operativa la estación. El segmento ruso se encarga de elevar regularmente la órbita del complejo para evitar que se desintegre en la atmósfera mediante las naves de carga Progress y los motores del módulo Zvezdá (que utilizan combustible suministrado por las Progress). Además, y esto es algo que no se suele mencionar con frecuencia, los motores de control de posición del segmento ruso se emplean para cambiar la orientación de la estación en determinadas ocasiones, como, por ejemplo, durante los acoplamientos de algunos vehículos según el puerto de atraque elegido (el segmento estadounidense carece de propulsores de ningún tipo). Estos motores son también los que deben compensar movimientos inesperados de la estación durante los acoplamientos (como ocurrió el año pasado cuando el módulo ruso Nauka decidió comportarse de forma «traviesa»). Por otro lado, para movimientos más lentos, pero no menos importantes, se emplean los volantes de inercia del segmento estadounidense (USOS). Del mismo modo, el segmento ruso depende de la electricidad generada por los enormes paneles del USOS. Por tanto, en estos momentos ni Roscosmos ni la NASA están en posición de dejar de colaborar si quieren seguir con la ISS operativa. De hecho, ahora mismo la ISS es el único proyecto relevante en el que Occidente y Rusia siguen colaborando de manera activa a pesar de la guerra.


El futuro de la ISS estaría en entredicho sin la participación rusa (NASA).


Si las sanciones impidiesen que Rusia mantuviese el nivel actual de actividades espaciales, la NASA debería buscar una solución (o si Roscosmos se retira del proyecto, algo que recientemente ha declarado que piensa hacer en 2024, aunque todavía es pronto para confirmar este punto). Una opción sería modificar naves Cygnus para permitir que eleven la órbita de la estación. Precisamente, la Cygnus NG-17, actualmente acoplada a la ISS, será la primera que ponga a prueba esta capacidad, aunque solo de forma experimental (el puerto de atraque empleado por las Cygnus no favorecen este tipo de maniobra). Sin embargo, habría que desarrollar una versión nueva de la Cygnus si, además de elevar la órbita de la ISS, queremos que se encargue de mover la estación mediante propulsores adicionales. Además, también habría que lanzar las Cygnus mediante otro lanzador en caso de que el Antares quedara fuera de juego (recordemos que algunas Cygnus ya fueron lanzadas mediante Atlas V de ULA). La Starliner de Boeing, si despega algún día, también podría usarse para subir la órbita del complejo, pero la Dragon lo tiene más difícil, ya que los motores principales Draco están situados en la parte frontal de la nave y no pueden usarse con el vehículo acoplado. Eso sí, se podría emplear la capacidad de carga del maletero de la Dragon para llevar algún tipo de sistema propulsor a la estación.


La Cygnus NG-17 es capturada por el brazo robot de la ISS. Es la primera Cygnus con capacidad para elevar la órbita de la estación (NASA).


El lanzamiento de la Soyuz MS-21 el próximo 18 de marzo sigue adelante (Roscosmos).


A pesar de que Rusia lleva una década sopesando la posibilidad de separar el segmento ruso del resto de la estación, sobre todo desde 2014, esta opción no es actualmente la más deseable y recordemos que los planes actuales de Roscosmos pasan por construir una nueva estación totalmente rusa, denominada ROSS, cuando se retiren de la ISS. Pero incluso si ROSS no prospera, separar todo el segmento ruso, aunque posible físicamente, es inviable (el número de conexiones internas y externas es enorme) y, como hemos visto, el segmento ruso también depende del estadounidense. Separar los nuevos módulos Nauka y el Prichal, acoplados el año pasado, es factible, pero no le serviría de mucho a Rusia, pues la capacidad de estos vehículos para operar como una pequeña estación espacial sería muy limitada.


Una Cygnus y una Soyuz acopladas a la ISS, con los módulos Nauka y Prichal de fondo (NASA).


Primera etapa de la estación espacial ROSS (Roscosmos).


Por otro lado, las misiones internacionales que usan lanzadores rusos se verán directamente afectadas por la invasión. Roscosmos está retirando el personal de la Guayana Francesa encargado de los lanzamientos de este vector a través de la empresa europea Arianespace. Esto afectará a varios proyectos, especialmente el sistema de posicionamiento europeo Galileo y a la megaconstelación OneWeb. En el caso de OneWeb, también hay planeadas misiones del Soyuz desde Baikonur y Vostochni, pero ahora están en entredicho. Precisamente, el próximo lanzamiento de un cohete Soyuz-2 para OneWeb desde Baikonur debe despegar dentro de unos días y Roscosmos ha amenazado con cancelarlo si no se dan garantías de que los satélites sean exclusivamente «para uso civil». Para colmo, Dmitri Rogozin, jefe de Roscosmos, ha ordenado que se tapen las banderas de Japón y EE UU que estaban en la cofia del lanzador.


Parece que podemos despedirnos de los lanzamientos del Soyuz desde la Guayana Francesa. ¿Para siempre? (Roscosmos).


Otra misión afectada es ExoMars 2022. La Agencia Espacial Europea (ESA) ya ha declarado que no se lanzará este año, por lo que, en principio, se retrasa a 2024. Sin embargo, en este caso no basta con cambiar de lanzador. Aunque se pudiese encontrar un cohete alternativo al Protón-M, una tarea difícil, recordemos que se trata de una misión con una fuerte participación de Rusia, país que también contribuye con un elemento tan importante como es la etapa de descenso Kazachok. Por consiguiente, y lamentablemente, en estos momentos no se puede descartar una congelación indefinida del proyecto, por lo que el rover Rosalind Franklin bien podría no llegar nunca a Marte. Rusia también ha cancelado la colaboración con Estados Unidos en la sonda Venera-D para explorar Venus, mientras que Alemania ha decidido unilateralmente suspender las operaciones del telescopio de rayos X eROSITA a bordo del observatorio ruso Spektr-RG. Roscosmos ya ha anunciado que piensa exigir una compensación económica por esta decisión, ya que el trato era que Rusia lanzaba el telescopio alemán gratis a cambio de los datos científicos. Por el momento, el observatorio se encuentra en modo seguro a la espera de acontecimientos. Solo la —por otro lado, escasa— colaboración con China en proyectos lunares parece seguir adelante sin problemas.


La etapa de descenso rusa Kazachok de la misión ExoMars 2022 (Roscosmos).


Habrá que esperar para valorar el efecto de la invasión de Ucrania en el esfuerzo espacial de las principales agencias espaciales del mundo, pero no cabe duda de que, en el caso de Rusia, será demoledor. Las sanciones impuestas tras la anexión de Crimea en 2014 ya tuvieron un impacto considerable en la industria aeroespacial rusa. Las sanciones a Rusia que han sido aprobadas en la última semana por multitud de países a raíz de la injustificada y violenta invasión de Ucrania prometen ser, simplemente, devastadoras. Pero, como decíamos al principio, esto es secundario. El mundo ha entrado en una etapa oscura llena de incertidumbre. La prioridad ahora es parar la sangría de vidas humanas y que el gobierno ruso abandone la peligrosa senda de destrucción en la que se ha embarcado.


Observatorio Spektr-RG, otra víctima de la invasión rusa de Ucrania (Roscosmos).



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