¿Qué es la Catedral para el neorreacionario Curtis Yarvin?
Curtis Yarvin es un neorreacionaro que aboga por un retorno a sistemas autoritarios. Dentro de sus escritos, la Catedral es un concepto clave para describir la estructura de poder ideológica y cultural que, según él, domina la sociedad moderna. ¿Qué es la Catedral?
por Gonzalo Fiore Viani
La Catedral no se refiere a una institución religiosa, sino a un sistema simbólico que engloba los medios de comunicación, las universidades, la clase intelectual, los gobiernos y otras instituciones que, en su visión, promueven una ideología progresista. Según Yarvin, esta ideología sería la que sostiene el statu quo de la democracia liberal, el igualitarismo, y la agenda progresista sobre derechos humanos, igualdad de género, cambio climático, entre otros.
En este marco, la Catedral no opera necesariamente de forma coordinada, sino que sus diversas partes (como universidades, medios de comunicación y ciertas élites políticas) comparten una visión común del mundo. Para Yarvin, este sistema es autoritario en su propia forma, ya que impone una visión homogénea y restringe el pluralismo ideológico o la disidencia.
Yarvin habla de la Catedral como algo que "programa" o hace "lavado de cerebro" a las personas, pues, en su opinión, aquellos que forman parte de ella están tan inmersos en su ideología que no pueden cuestionarla o verla desde fuera.
La crítica de Yarvin al sistema de la Catedral es que, a pesar de que promueve la idea de una sociedad democrática y pluralista, en realidad mantiene un control muy fuerte sobre lo que se considera aceptable pensar o decir, inhibiendo la libertad real de expresión y las alternativas políticas o ideológicas.
En el pensamiento de Yarvin, las universidades son una de las piezas fundamentales de la Catedral. Según él, las universidades modernas no son centros de conocimiento imparcial, sino "fábricas" de ideología. La academia en general promueve la ideología progresista, desde los estudios de género hasta el activismo sobre temas de justicia social, cambio climático y derechos de las minorías. Las ciencias sociales, en particular, son vistas por Yarvin como un campo donde se moldean las mentes para aceptar una visión del mundo que va en contra de cualquier crítica seria al sistema democrático liberal.
La inclusión de temas como la "teoría crítica de la raza" o el "feminismo interseccional" en los currículos universitarios es vista por Yarvin como parte de la agenda de la Catedral. Los estudios de estas disciplinas promueven una visión de la sociedad donde las relaciones de poder, la raza y el género son fundamentales, y donde se prioriza una visión de "opresión" que no permite cuestionamientos serios.
Los medios de comunicación son otro pilar de la Catedral. En este contexto, los medios (ya sean tradicionales como la prensa, o digitales como las redes sociales) tienen una gran influencia sobre la forma en que las personas perciben el mundo y las ideas que se consideran aceptables. Yarvin argumenta que, en lugar de informar objetivamente sobre los hechos, los medios favorecen narrativas que apoyan la agenda progresista: la lucha por la igualdad, los derechos civiles, el multiculturalismo, etc.
Los grandes medios de comunicación como The New York Times, The Guardian o CNN, que suelen adoptar posturas progresistas sobre temas como el cambio climático, la inmigración o los derechos LGTB+, son percibidos por Yarvin como herramientas que perpetúan el poder de la Catedral. Para él, estos medios no solo informan, sino que educan y forman una visión del mundo que favorece la ideología que ellos defienden.
En la teoría de Yarvin, el Estado moderno es también un actor clave dentro de la Catedral. La política en países democráticos, según él, está dominada por elites que se alinean con esta ideología progresista y que actúan como guardianes de un sistema democrático que, en última instancia, es un mecanismo para mantener el control sobre la sociedad.
El activismo en torno a políticas progresistas son vistas por Yarvin como ejemplos de cómo las instituciones políticas democráticas, a través de partidos como el Partido Demócrata en EE. UU. o partidos similares en Europa, buscan perpetuar una ideología que favorece los intereses de la Catedral. Las políticas a favor de la diversidad, la redistribución económica o el control ambiental serían para él ejemplos de cómo el Estado refuerza el marco ideológico progresista.
Aunque no se suele hablar tanto en este contexto, para Yarvin el mundo empresarial también tiene una conexión con la Catedral. En un mundo donde las grandes corporaciones promueven el activismo social a través de campañas de responsabilidad corporativa o se alinean con causas progresistas, él ve una colaboración entre el capital y las ideologías de la Catedral.
Empresas como Google, Apple, o Facebook que, además de ser poderosos actores económicos, se alinean públicamente con causas progresistas como el apoyo a los derechos LGTB+, el feminismo o el activismo climático, refuerzan la ideología dominante en la sociedad. Estos gigantes tecnológicos, que tienen un impacto profundo en la cultura y la política, también son percibidos por Yarvin como agentes de la Catedral, porque defienden el tipo de cultura que esta representa.
En la visión de Yarvin, incluso la cultura popular juega un rol crucial dentro de la Catedral. Las películas, las series de televisión, la música y otros productos culturales a menudo transmiten mensajes alineados con la ideología progresista. Los relatos que giran en torno a la justicia social, la inclusión, la diversidad racial o de género son ejemplos de cómo las narrativas culturales pueden servir a los intereses de la Catedral.
Las películas de Marvel o series como The Handmaid's Tale o Black Mirror que exploran temas de opresión, desigualdad o derechos humanos, pero desde una perspectiva que refuerza las ideas que la Catedral promueve. Para Yarvin, esto es un reflejo de cómo la cultura popular contribuye a modelar la mentalidad de las personas en torno a ciertas normas y valores progresistas.
Una de las críticas fundamentales de Yarvin es que la Catedral actúa como un sistema cerrado que permite muy poco margen para la disidencia o el cuestionamiento. En su visión, cualquier intento de desafiar estas narrativas es etiquetado rápidamente como "retrógrado", "de extrema derecha", "misógino", "racista", o simplemente "indeseable", lo cual facilita que las voces disidentes sean silenciadas.
Para Yarvin, la Catedral es una forma de control ideológico que impregna todos los aspectos de la vida moderna: desde las universidades y los medios hasta el gobierno y las corporaciones. Es un sistema que, según él, no solo ejerce poder directo sobre las personas, sino que las moldea de manera sutil, orientando sus valores y creencias hacia un ideal progresista que minimiza cualquier alternativa al statu quo democrático-liberal.
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