"Tianxia": la politica exterior y la visión china del mundo
El término chino "tianxia" (天下) suele traducirse como como "todo lo que está bajo el cielo" y es una idea que aparece en tradiciones filosóficas chinas como el confucianismo y el taoísmo. No se entiende la politica exterior y la visión china del mundo sin el concepto.
por Gonzalo Fiore Viani
En su origen, "tiangxia" hacía referencia al territorio bajo el control de un gobernante o imperio, con la implicación de que todo lo que está bajo el cielo pertenece al soberano o al gobierno central. Durante las dinastías chinas, se veía como el dominio del emperador sobre toda la tierra y sus habitantes.
Sin embargo, también tiene un sentido más filosófico: "tiangxia" representa la totalidad del mundo, la unidad del universo, y en muchos textos se utiliza para describir la idea de que todo está interconectado bajo el "cielo" (el universo o el orden natural). De alguna manera, está relacionado con la noción de armonía cósmica, un principio clave en el pensamiento chino.
Con el regreso al poder global que China ha experimentado en las últimas décadas, especialmente bajo la dirección de Xi Jinping, el concepto de tianxia ha resurgido, pero en un contexto más moderno y adaptado. En la visión de Xi, el "Sueño Chino" (中国梦, Zhōngguó Mèng) está estrechamente relacionado con la restauración de la grandeza de China como una potencia global central.
China busca construir un "orden internacional" más favorable para sus intereses, pero sin la hegemonía directa de potencias como Estados Unidos. Esto se traduce en una política exterior orientada hacia la expansión de su influencia en Asia y más allá, a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative, BRI), que no solo busca proyectos de infraestructura, sino también una red de relaciones diplomáticas y comerciales que favorezcan su liderazgo en el mundo.
Desde la perspectiva de tianxia, China ve el orden internacional impuesto por potencias como Estados Unidos y sus aliados como una distorsión del "orden natural". China, por lo tanto, busca redefinir ese orden para reflejar más sus propios valores y sistemas de gobernanza, promoviendo el multilateralismo y el respeto a las diferentes formas de desarrollo y civilización.
China considera que tiene un papel natural como líder en Asia y, por extensión, en el mundo. Esto se refleja en su enfoque hacia regiones como el Mar del Sur de China, donde ha reclamado amplias áreas de soberanía, y en su creciente presencia en África y América Latina. La idea es que, como "el Centro Bajo el Cielo", China tiene el derecho de influir en los asuntos regionales y globales.
A diferencia de los enfoques unilaterales de otras potencias, China defiende un mundo multipolar, donde no exista una sola superpotencia dominante, sino varias potencias regionales que comparten el liderazgo global. En este sentido, China promueve un sistema de relaciones internacionales más equitativo, pero en el que su rol central es indiscutido.
La política exterior de China también está fuertemente influenciada por el principio de soberanía y la preservación de su integridad territorial, lo que se ve en su postura sobre Taiwán, Hong Kong, y el Tíbet, entre otros. En la visión de tianxia, China es el "centro" y cualquier alteración de su integridad es vista como una amenaza no solo para su soberanía, sino también para el orden global bajo el cielo.
En su discurso político, Xi ha hablado de un "nuevo tipo de relaciones internacionales" que promueve el respeto mutuo y la no injerencia en los asuntos internos de otros países, pero que también pone a China como líder en un sistema global reformado. En este contexto, el concepto de tianxia resalta la idea de que China debe tener un papel preeminente, pero en un mundo más equilibrado y justo.
El Tianxia propone un modelo de armonía y unidad, diferente al sistema imperialista occidental, pero también tiene tendencias imperialistas. Los filósofos chinos, como Jim Huimin, defienden una "auto-confianza cultural china", basada en la historia y filosofía china, en lugar de en modelos occidentales como el marxismo.
El universalismo de la democracia liberal occidental, suele terminar siendo un vehículo para el imperialismo económico. En cambio, el Tianxia defiende el particularismo cultural, respetando las diferencias entre civilizaciones pero promoviendo una visión universal que se basa en la armonía, no en la imposición de un solo modelo.
A diferencia del colonialismo europeo, que no estaba guiado por un "gran proyecto ideológico", el imperialismo romano o el de Napoleón se fundamentaba en una idea. El Tianxia no es imperialista, además, es más cultural y menos misionero que el imperialismo occidental.
A diferencia del excepcionalismo misionero de Estados Unidos, que busca exportar un "doctrina correcta", el excepcionalismo chino es más cultural, enfocado en promover valores confucianos sin la intención de convertir a otros países. Esto se ve reflejado en el proyecto de Tianxia, que propone una nueva forma de globalización basada en el respeto por las culturas locales.
El futuro de Tianxia dependerá de su aplicación práctica y de cómo se maneje la dirigencia china. Podría ser una forma de "Imperio China 2.0", o bien un orden civilizacional inclusivo, pero la realidad política y geopolítica determinará cuál de estas visiones prevalecerá.
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