jueves, 16 de octubre de 2025

Peligra la continuidad de un ambicioso proyecto astronómico

Peligra la continuidad de un ambicioso proyecto astronómico
El Radiotelescopio Chino Argentino (CART), que se construye en San Juan, iba a ser único en Sudamérica; el convenio debía renovarse en junio, pero desde las autoridades nacionales solo hay silencio.
por Nora Bär




Ubicado en la estación astronómica Carlos Cesco, en el Barreal, Calingasta, a 240 kilómetros de la capital de San Juan y a 2348 metros de altura sobre el nivel del mar, el Radiotelescopio Chino-Argentino (CART, por sus siglas en inglés), un proyecto único en Sudamérica para detectar la tenue radiación electromagnética de objetos celestes distantes, debía comenzar sus primeras pruebas a fines de este año y encontrarse completamente operativo en 2026. Al menos, en los planes. Pero desde junio, cuando caducó el convenio vigente, firmado en 2015 por diez años y que debía ser renovado, la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), que tiene a su cargo la participación argentina, no logra que ninguna autoridad nacional habilite continuar con la construcción (ya muy avanzada) de esa mole con una antena parabólica de 40 metros de diámetro, 60 metros de altura y 1300 toneladas. Y no es porque “no hay plata”: casi la totalidad de los fondos los aporta China.

“La universidad, en uso de su autonomía, firmó un acuerdo bilateral, pero no es ni parecido ni puede reemplazar al que caducó en junio último –cuenta Jorge Castro, nuevo decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNSJ–. De ninguna manera equipara al original, que nosotros quisiéramos renovar en un formato similar. Cualquier universidad argentina tiene la posibilidad de hacer convenios de forma bilateral, porque así lo establece la Ley de Educación Superior. Pero dada la entidad del proyecto, que es faraónico, ‘cierra’ si está el Conicet adentro, si está la Nación”.


Reconstrucción artística del telescopio chino-argentino.

La demora ya venía preocupando a la comunidad astronómica local, pero esa inquietud se acrecentó cuando empezaron a llegar las últimas declaraciones de funcionarios norteamericanos manifestando que el problema con China no es el SWAP, sino las estaciones observacionales que hay en territorio argentino. Sin embargo, Castro subraya que el predio está absolutamente abierto a todo aquel que quiera visitarlo, tomar fotos y observar lo que se está haciendo. “No hay nada que ocultar –afirma–. Pero a nosotros no nos importa lo que puedan pensar, creer o estimar funcionarios de la Casa Blanca, lo que nos preocupa es la actitud del gobierno argentino; esperamos fervientemente que actúe con la mayor soberanía, dignidad, libertad y autonomía, en función de la ciencia argentina, porque este es un proyecto muy ambicioso, que pone al país en un lugar de privilegio en el área de estudio a la que se destinará este radiotelescopio”.

“El CART es un instrumento de gran importancia diseñado para obtener datos únicos con aplicación en dos campos distintos –explica la radioastrónoma Gloria Dubner, miembro de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Ancefn)–. Fue ideado para operar en conjunto con antenas similares de otros sitios del mundo y está pensado para realizar estudios de geodesia (como la orientación y posición de la Tierra en el espacio) y georreferenciación (aplicada a técnicas de posicionamiento espacial). Permite realizar estudios geodinámicos de la corteza terrestre, movimiento de placas tectónicas, determinación de los parámetros de orientación del planeta, entre otros usos. También, obtener datos de alta sensibilidad para investigaciones en astrofísica. En este último campo, contar en el país con una antena de 40 metros de diámetro y receptores de última generación permitiría explorar diversas ‘radiofuentes’, desde los restos de explosiones de supernovas y regiones interestelares modificadas por la acción de estrellas muy calientes, hasta misteriosas estrellas binarias emisoras de rayos X y galaxias activas muy distantes en el universo”.

San Juan fue elegida por la calidad de su cielo y por la historia del complejo astronómico El Leoncito, de altísimo prestigio. Tal como sucede con China, en la actualidad la UNSJ tiene vigentes otros tres convenios internacionales: uno con Rusia, otro con Francia y otro con la Universidad de Texas de los Estados Unidos. “Y conviven, porque la ciencia no tiene fronteras”, desliza Castro.

Que el proyecto se frustre o no depende de las señales que den las autoridades nacionales. Y ese es el problema, porque no dan ninguna. Cuando cayó el acuerdo, desde la universidad se comunicaron con la presidencia del Conicet, que derivó el tema a la Secretaría de Políticas Universitarias, que a su vez lo derivó a la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología de la Nación.



“Cuando insistimos en la necesidad de renovar el convenio, desde ahí nos dijeron que la última palabra la tenía Cancillería –detalla el decano–. Cuando pedimos que nos dieran el nombre del funcionario o el área de esa repartición con el que debíamos hablar… silencio de radio. Nosotros hubiéramos ido a trabajar con ellos para avanzar en la continuidad, pero más allá de los trascendidos, solo recibimos silencio. Hace dos o tres semanas, un medio de comunicación de Buenos Aires daba por hecho que la Nación ya había dado de baja el proyecto, pero nunca recibimos ninguna comunicación oficial”.

En julio, el titular de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología, Darío Genua, hizo un viaje relámpago a la provincia. “Fue la única oportunidad en la que tuve la posibilidad de hablar con él –recuerda Castro–. Hizo alguna objeción a los tiempos de observación asignados a cada parte, nos pidió información, antecedentes… En fin, se hizo todo lo que pidió y a partir de ahí, ya no recibimos más señales”.

A este vacío preocupante, se le suma que el 3 de septiembre llegó un cargamento de piezas para el acople del instrumento y la aduana todavía no le informa a la universidad si puede retirarla para seguir trabajando.

“La antena propiamente dicha, ya está armada –destaca Castro–, ahora tiene que venir una grúa muy especial para levantar la pluma y que quede debidamente instalado todo el instrumento. Todas estas dilaciones hacen que uno no pueda tener idea clara de cuándo podremos avanzar, porque así es imposible continuar. Es un panorama muy incierto que nos deprime, porque uno pone la vida en esto, que es para lo que trabajamos. Además, nosotros no tendríamos cómo encarar un proyecto de esta naturaleza, no tenemos forma de hacerlo. Y que China haya elegido al país, y en particular a San Juan, es todo un orgullo. No sé si vamos a tener otra oportunidad de esta naturaleza, porque tal como ocurre con las inversiones, si no se cumple con lo pactado, estamos estableciendo un mal precedente. Nadie va a querer venir a invertir para hacer ciencia acá”.


La antena del Instituto Argentino de Radioastronomía, que fue pionero en esta rama de la ciencia

El CART se desarrolla en el marco de colaboraciones iniciadas en 2004, que concluyeron en 2015 con la firma del convenio que estableció los términos y condiciones de la colaboración entre los National Astronomical Observatories of the Chinese Academy of Science (NAOC) de China, el Conicet, el gobierno de la Provincia de San Juan y la UNSJ. Lo singular de este proyecto es que recibió luz verde en 2016, precisamente durante un gobierno ideológicamente afín al actual, el de Mauricio Macri.

Según la Asociación Argentina de Astronomía, la concreción de CART representa un gran hito mediante el cual Argentina se convertirá en sede de una de las pocas estaciones geodésicas del hemisferio Sur. Será un instrumento de referencia para la astrofísica en el continente, en un área históricamente limitada por la falta de radiotelescopios de gran porte. Generará beneficios geodésicos al mejorar la precisión con que se determinan los parámetros astro-geodésicos en el hemisferio sur, lo que es vital para la navegación satelital (GPS), la determinación de órbitas de satélites (incluyendo el rastreo de misiones espaciales argentinas) y la mejora de la red geodésica nacional. Esta capacidad ayuda a revertir la actual asimetría norte-sur en la precisión de mediciones terrestres y celestes, avanzando en la comprensión de la dinámica de nuestro planeta.

“Es triste lo que está pasando –insiste Castro–. Sería un cientificidio que esto se cayera, por las razones que fueran. No tiene sentido. Yo francamente no entiendo la lógica. De todos modos, no lo digo con ironía, esperamos que quienes tienen que tomar las decisiones necesarias puedan recapacitar, que sigan apoyando el proyecto, y si es así voy a ser el primero en aplaudir, porque ni a mí ni a ninguno de mis colegas nos mueve un interés ideológico ni partidista en contra del gobierno. Los chinos tienen una paciencia muy especial, pero todo tiene un límite. Ellos nos dicen que en China la instalación de un instrumento de esta magnitud tarda aproximadamente 11 meses. Nosotros llevamos 10 años”.

Y concluye Dubner: “La posibilidad de contar con un radiotelescopio de estas características en el país no sólo permite a los científicos argentinos liderar y participar en investigaciones de gran interés en astrofísica, sino también contar con un instrumento ideal para entrenar recursos humanos tanto en ciencia como en tecnología. Más aún, en el futuro el CART podría operar en conjunto con la antena argentino-brasileña LLAMA que se está instalando en la puna salteña, lo que lo convertiría en un instrumento único para hacer ciencia de frontera en frecuencias de radio, alcanzando resoluciones hoy inéditas. Nuestro país lleva invertidos 1,5 millones de dólares provistos por el ex Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, mientras la inversión china supera los 36 millones de dólares. El gobierno de San Juan y la Universidad de San Juan proveyeron estudios de impacto ambiental, terrenos, caminos, energía eléctrica y conectividad, construcción de infraestructura, etc. Además el Conicet contribuyó con recursos humanos que se están especializando en esta tecnología. A esta altura, con la construcción MUY AVANZADA, no se puede detener su desarrollo, y menos aún sin comprender que su utilidad es exclusivamente científica”.



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