viernes, 2 de julio de 2010

¿Porqué estamos en Afganistán?

Le Monde

Traducción Susana Merino


La historia cuenta con un costado “rock and roll”. Uno de los oficiales más premiados del ejército usamericano, un hombre de las “operaciones especiales”, familiarizado con los golpes duros, “cae” por algunas menciones registradas en una revista de la contra-cultura de los años 60, una publicación mensual pop-rock de carácter pacifista. El austero centurión desafía al bíblico hedonismo libertario.

Oficialmente se trata de un asunto que atenta contra uno de los principios básicos de la democracia usamericana: la subordinación de los militares al poder civil. Ante un periodista de Rolling Stone, la revista en cuestión, Stanley McChrystal comandante en jefe de las fuerzas de la OTAN en Afganistán deja que sus colaboradores hayan expresado conceptos despreciativos contra algunos de sus superiores civiles – especialmente el vicepresidente Biden. Obama no esperó ni siquiera 24 horas para “relevar” al general, sino que lo hizo el mismo día en que apareció el artículo.

La historia pudo haber concluido allí, entre diferentes hechos políticos y destacados hechos periodísticos. Pero no fue así. En Washington y sus alrededores la caída del general MacChristal tiene un efecto liberador. Reabre un debate central, suscita un flujo de análisis y comentarios que en su totalidad giran sobre el mismo tema: ¿porqué estamos en Afganistán? Una pregunta que enmascara otra ¿porqué no estamos ganando la guerra? Respuesta: porque el poder civil, tan susceptible en sus prerrogativas no sabe lo que quiere.

El equipo de MacCrystal es culpable de orientar su desprecio hacia el escalón civil en la cadena de comandos. Pero resulta difícil reprocharle su asombro ante las contradicciones de los centros de decisión de Washington. Porque, desde sus comienzos, los objetivos de esta guerra no han sido claros o más bien son dobles lo que lo confirma.

Al día siguiente de los atentados del 11 de setiembre de 2001, los EEUU y sus aliados obtuvieron vía libre de la ONU para derribar el régimen de Kabul, en manos de los Talibán. Los Talibán son islamistas de la etnia pachtún – mayoritaria en Afganistán – formados y apoyados por el vecino Pakistán. Dejaron que el estado afgano se transformara en base de apoyo de Al Qaeda, la red terrorista de Osama Bin Laden.

Si el objetivo de la guerra era arrojar a los Taliban de Kabul, eso se logró en el 2002… Si en cambio era arrojar a Al Qaeda de Afganistán, también se logró. En el presente los expertos concuerdan unánimemente que ya no queda nada de la organización de Ben Laden en el país. Pero el caso es que la ambición inicial de los aliados era más amplia. En la conferencia de Bonn en el 2001, anunciaron su voluntad de transformar a Afganistán. Al diablo con el relativismo cultural: los afganos y sobre todo las afganas merecen algo mejor que las prácticas medioevales de los Talibán. Afganistán tiene derecho a la democracia.

En Washington la moda es construir la nación. La Casa Blanca de Georges Bush Jr está bajo la influencia de los neoconservadores. América es dueña del poder y el deber - dicen ellos – de instalar el estado de derecho adonde reinan las dictaduras, ella puede reconstruir el país, transformarlo – como ya lo hizo en Alemania y en el Japón en 1945. Pero hay un problema: la construcción de una nación ¿es una versión moderna del colonialismo? – requiere tiempo y dinero.

Los Estados Unidos y sus aliados no tendrán ni uno ni otro: las democracias no soportan bien los largos conflictos. No se ha asumido la idea de construcción nacional en Afganistán, ni calculado los efectivos militares que se requieren ni el volumen de la ayuda civil. Habría que haberles dicho a las opiniones involucradas en EEUU y en Europa: estaremos allí un cuarto de siglo. Desde el 2003 los EEUU se han desentendido de Afganistán. La prioridad de Bush Jr es Irak, que va a devorar la mayor parte del esfuerzo exterior usamericano luego de 2001.

Y en el terreno afgano la situación se degrada La ayuda económica y social se demora. La insurrección afgana recrudece sobre todo en el sur. Enfrenta a la OTAN. Si no gana la guerra tampoco la pierde. El poder civil –en Washington, Londres, París,etc – saca sus conclusiones: no existe solución militar. Es necesario negociar con los Talibán; hay que incluirlos en el futuro Afganistán.

Este planteo ubica a los soldados usamericanos en una situación por lo menos paradojal. Están luchando contra los Talibán próximamente convocados a formar parte del gobierno de Kabul y quienes mientras tanto disponen de bases en las que replegarse en un país aliado de los EEUU, Pakistán, al mismo tiempo que el jefe del estado afgano, el presidente Hamid Karzai lleva adelante su propia política. Todo este conjunto sobre el fondo de un comunicado sobre las operaciones del señor Obama quién ha fijado en julio de 2011 el comienzo del retiro de las tropas usamericanas de Afganistán.

El general David Petraeus que sucede a McChrystal tiene un doctorado en relaciones internacionales sobre el tema : lecciones de la guerra de Vietnam. Como su antecesor, David Petraeus cree que es posible contener a los Talibán. Pero para que esta estrategia antisubversiva tenga efecto es necesario satisfacer dos condiciones: disponer de refuerzos – lo que sucederá a fines de agosto -y disponer de tiempo– no ser prisionero de la fecha julio de 2011.

Tienen en contra la escuela trazada por el vicepresidente Biden y la embajada usamericana en Kabul, en la que se preconiza la estrategia antiterrorista juzgando que es inútil agotarse tratando de ocupar el terreno de las zonas Taliban. Piensan que sólo hay que mantener una cantidad reducida de tropas en Afganistán como para impedir un eventual regreso de Al Qaeda.

Obama dejará probar suerte a la estrategia McChrystal-Petraeus. Hasta diciembre ha dicho. A partir de entonces deberá terminar con la indecisión política que pesa, desde 2001, sobre esta guerra. Deberá elegir entre permanecer en Afganistán por la fuerza para acompañar la puesta en marcha de un gobierno de unión nacional o encarar un rápido retiro a partir de julio de 2011.

Destituyendo a Stanley MacChrystal ha reafirmado las prerrogativas de lo civil sobre lo militar: que él debe ejercer. En fin.

http://www.lemonde.fr/idees/article/2010/07/01/pourquoi-sommes-nous-en-afghanistan_1381687_3232.html

Fuente: Rebelion.org

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