domingo, 23 de septiembre de 2012

Iadiza: cuarenta años investigando el desierto

El Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas fue creado en los ‘70, por impulso de Virgilio Roig. Enorme aporte al cuidado ambiental.

Sandra Conte e Ignacio de la Rosa - sconte@losandes.com.ar

Iadiza: cuarenta años investigando el desierto
En la sede del ex Conicet, funciona este prestigioso instituto que ha hecho grandes aportes. (Diego Parés)

En 1957 encomendaron a Virgilio Roig la tarea de relevar unos campos en el Este. Eran tierras en Santa Rosa, donde los bosques de algarrobo habían sido depredados a principios de siglo para alimentar las luminarias de la Ciudad. Cuando el especialista recomendó al gobernador Francisco Gabrielli que lo destinara a la investigación de las zonas áridas, el mandatario le lanzó que para qué iban a invertir dinero en terrenos que no servían "ni para las cabras". Él respondió: "¿De dónde cree que salieron los palos que mantienen las viñas en su finca de Luján? Del desierto".

Así fue como Roig obtuvo el visto bueno para que en ese predio se creara, en 1961, la Reserva de Ñacuñán. Éste fue el puntapié inicial para el surgimiento, en 1970, del Instituto de Investigaciones de las Zonas Áridas y Semiáridas, que dependía del gobierno provincial. Dos años después, debido a la trascendencia que lograron los primeros trabajos de campo, el Iizas se transformó en una entidad nacional y pasó a denominarse Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas, (Iadiza), que el 25 de noviembre cumple 40 años.

Si se tiene en cuenta que el 97% del territorio provincial es "desértico", es decir corresponde a tierras áridas, y el oasis irrigado ocupa apenas el 3% restante, se puede comprender la relevancia del Iadiza. Además, se trata del único instituto de investigación del país abocado al estudio de las áreas secas.

Pese a esto, en un primer momento a Virgilio Roig y a su hermano Fidel les resultó difícil que las autoridades dimensionaran lo que este tipo de estudios podía aportar. De hecho, la entidad comenzó a funcionar en el edificio de la Hostería El León ,y para equiparla con mobiliario e instrumental, debieron desviar fondos en forma encubierta.

"Hoy, 40 años después, puedo decir que se manejó plata en forma ilegal", confesó con una sonrisa Virgilio Roig en una conferencia de prensa que los investigadores del Iadiza brindaron para recordar la historia de la institución. Sin embargo, resaltó que esta maniobra se hizo con el objetivo de favorecer a la comunidad.

Desarrollo sustentable

Elena Abraham, actual directora del organismo -dependiente del Conicet, la UNCuyo y el Gobierno de Mendoza-, destacó que el principal objetivo del Iadiza es desarrollar investigaciones para comprender el comportamiento de los ecosistemas de zonas áridas. En base a esos estudios, los investigadores buscan la forma de transformar los terrenos devastados en parcelas que se tornen productivas de manera ecológicamente sustentable, de acuerdo a sus características.

"Lo primero que tenemos que entender es que en Mendoza todo el territorio es seco. Las tierras secas con irrigación se conocen como oasis y las no irrigadas son lo que llamamos desierto", destacó Abraham. Agregó que el estudio de las tierras áridas se hace a partir de un abordaje integral, ya que no se puede considerar una parte, sino que se deben analizar las relaciones entre los diversos componentes del ecosistema.

Dentro de este enfoque sistémico, el Iadiza incluye a las comunidades que habitan los territorios "desérticos". En este sentido, la reserva de Ñacuñán es la única biósfera de la provincia, lo que significa que la concepción de esta área protegida no sólo abarca la flora y la fauna sino también a los 63 pobladores y su cultura.

Sobre esto último, la directora resaltó que las investigaciones apuntan a brindarles, desde la ciencia, posibilidades de hacer un uso productivo y sustentable de la tierra, pero incorporando las costumbres, hábitos y conocimientos de los habitantes.

Otra de las preocupaciones del Iadiza es intentar revertir el proceso de desertificación, que no sólo se observa en las tierras secas, sino que es un riesgo latente en las irrigadas. Esto, debido a que puede ser causada por la deforestación o el sobrepastoreo en un determinado lugar, pero también por medidas que no contemplan que acciones en un sitio pueden tener consecuencias en otros.

Para ejemplificarlo, Abraham planteó que los regantes originarios (las comunidades Huarpes de Lavalle) no tienen derecho a riego porque los cupos se agotaron en el oasis norte. Pese a esto, se suele responsabilizarlos por la sobreexplotación de los escasos recursos, cuando en realidad se los debe entender como víctimas de un proceso de desertificación que ellos no generaron. 

Un científico que creció en Guanacache

El 23 de noviembre Virgilio Roig quien, junto con su hermano fallecido Fidel fundó el Iadiza, recibirá una distinción legislativa. También se reconocerá a la actual directora, Elena Abraham. Sobre la importancia del instituto como el único especializado en zonas áridas del país, Roig se mostró muy orgulloso, al punto de remontarse, incluso, a los primeros años de historia.

"No ha sido en vano toda esta actividad. Hoy la misión y los objetivos que se establecieron inicialmente se han cumplido y se siguen cumpliendo, aún superando lo que nos propusimos al principio. Y yo sigo siendo parte del Iadiza, ya sin cumplir horarios, pero sigo trabajando acá. Cuando estoy en mi casa, es como si estuviera acá. Es un honor haber podido crear algo en lo que hoy han avanzado mis discípulos, mis becarios y mis investigadores jóvenes", destacó emocionado Roig, quien fue director desde su creación (1972) hasta 1976.

Ese año se vio obligado a abandonar el país y no regresó hasta 1983, ya con la vuelta de la democracia.

Nostálgico, Roig se remontó a su infancia, al momento en que -según sus palabras- le quedó "marcado el desierto". "Yo tenía 6 años y mi padre, que era pintor (fue conocido como 'el pintor del desierto') me llevó a conocer las Lagunas de Guanacache. En ese entonces viví en el desierto, fui a la escuela y conviví con otros chicos del lugar. Eso me marcó porque después hice muchas cosas más, pero siempre vinculadas a las zonas áridas. Quizá eso me marcó", sentenció.
 
Fuente: Los Andes Online

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