Trenes y cohetes: así eran los delirantes prototipos de tren a reacción que Rusia y EE.UU. diseñaron en los 60
por Eduardo Marín
Durante la década de 1960 la Guerra Fría estaba en todo su apogeo. Los Estados Unidos y Rusia no solo competían por saber quién era la mayor potencia económica y militar del mundo, sino también llevaban a cabo una carrera espacial y tecnológica. De ella nacieron los primeros (y únicos) trenes cohetes en el mundo.
Antes de que Neil Armstrong dijera esas famosas palabras sobre un pequeño paso para un hombre en la Luna, Rusia y Estados Unidos tenían la intención de desarrollar un medio de transporte por tierra mucho más rápido y seguro que los trenes convencionales y los autobuses. La idea era utilizar tecnología similar a los motores de aviones, o inspirada en ella, para impulsar pequeños trenes por las vías.
Esto serviría solamente para trenes livianos, como aquellos que llevan pasajeros, pero no funcionaría con los trenes de carga pesada. De este modo nacieron los llamados “trenes turborreactores”, que funcionaban mediante motores de reacción.
Estos trenes nunca llegaron a hacerse realidad para uso del público, lo que quiere decir que jamás fueron utilizados para fines comerciales en el mundo real. En cambio, murieron antes de nacer como experimentos exitosos pero no viables, principalmente dado que la cantidad de combustible que gastaban para cada viaje era tan alta que suponía un gasto muy elevado.
En general, solo tres modelos de trenes turborreactores se hicieron conocer en el mundo, dos de ellos desarrollados en Estados Unidos y el otro en la entonces Unión Soviética. Las velocidades que alcanzaban eran hitos para la época, de más de 250 kilómetros por hora, mucho menos que el fascinante tren bala de Japón en la actualidad, pero sin duda que sorprendentes hace 50 años.
Estos son los tres “trenes cohetes” que llegaron a hacerse realidad, aunque nunca cumplieron el propósito para el que fueron diseñados:
El M-497
El primero de su tipo. El M-497, también conocido como “el escarabajo negro”, fue desarrollado por la compañía ferroviaria New York Central Railroad en el año 1966 y probado durante ese mismo año sobre las vías del sistema ferroviario entre los estados de Indiana y Ohio. Durante sus pruebas, el 23 de julio de 1966, el tren turborreactor logró su récord más importante: alcanzar una velocidad de 295,60 kilómetros por hora.
Por supuesto, se trató de un tren experimental. Consistía de solo un vagón de pasajeros impulsado por dos motores General Electric J47-19, los cuales originalmente pertenecían a un avión bombardero de Convair. Su diseñador, Don Wetzel, comentó que fue su esposa, artista comercial, la que sugirió que los motores fueran ubicados en la parte frontal del tren, porque se veían mejor. Wetzel hizo caso a su sugerencia.
El tren fue desguazado en el año 1984, casi dos décadas después de su creación y 16 años más tarde de que la compañía que lo creó dejara de existir, tras fusionarse con otras dos empresas ferroviarias para formar una más grande.
El LIMRV
El LIMRV. Foto: Bruce McAllister (vía Wikimedia Commons)
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A inicios de la década de 1970, la administración federal ferroviaria de Estados Unidos desarrolló un vehículo conocido como “vehículo de investigación de motor de inducción lineal”, o LIMRV, según sus siglas en inglés, el cual fue diseñado para probar ese tipo de motores. Durante sus primeras pruebas, realizadas en octubre de 1972, logró alcanzar una velocidad de 302 kilómetros por hora.
Sin embargo, poco después le integraron dos motores jet Pratt & Whitney J52, los mismos que usaba el avión de combate A–6 Intruder de la Armada de Estados Unidos. Con sus nuevos motores logró alcanzar los 411,5 kilómetros por hora el 14 de agosto de 1974, en una pista de pruebas de apenas 10 kilómetros de longitud.
El SVL
Foto: tihomirov.su.
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Por último, tenemos el modelo ruso. El tren laboratorio de alta velocidad (SVL) fue creado en año 1970 por investigadores de la entonces Unión Soviética. Su velocidad no era tan sorprendente como la de sus rivales estadounidenses, dado que solo podía alcanzar los 257 kilómetros por hora, pero su diseño era muy interesante dado que usaba como base un vagón que originalmente formaba parte de un tren eléctrico.
Monumento al SVL en Rusia. Foto: Wikimedia Commons.
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El SVL tenía una longitud de 28 metros y llevaba en su haber una masa de mas de 7 toneladas de combustible (de nuevo, lo que lo hacía poco viable a nivel comercial).
La idea de los rusos era que el vehículo superara los 360 kilómetros por hora, aunque no pudieron lograrlo, y descartaron el proyecto por ser demasiado costoso cada viaje debido al elevado consumo de combustible.
En la ciudad rusa de Tver existe un monumento que recuerda el desarrollo del tren cohete en medio de la Guerra Fría y la carrera espacial con Estados Unidos, la cual concluyó con los rusos logrando la primera caminata espacial y los astronautas de Estados Unidos logrando la primera caminata lunar. Del resto, las ruinas del SVL fueron descubiertas abandonadas y completamente oxidadas, como si fueran parte de un mundo cyberpunk postapocalíptico.
Hoy en día esta clase de prototipos serían inviables, especialmente gracias a la llegada de los trenes de alta velocidad como los que hoy en día hay en España, Brasil, Estados Unidos, Reino Unido y otros países, destacando, por supuesto, la impresionante red ferroviaria del Shinkansen japonés, pioneros en materia de trenes de alta velocidad.
Fuente: Tech Monuments / Wikipedia / Daily Mail / English Russia / Express
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